Vivir a crédito en la Valencia medieval. Por Juan Vicente García Marsilla (Reseña)

Vivir a crédito en la Valencia medieval. De los orígenes del sistema censal al endeudamiento del municipio. Por Juan Vicente García Marsilla, Valencia: Publicacions de la Universitat de València (2002). Bibliografía. Notas al pie de página. Pp. 411.

Retornamos con una nueva reseña dedicada a este buen trabajo sobre las finanzas en el Reino de Valencia durante la Baja Edad Media, fruto de una prolongada labor de investigación, fundamentalmente, sobre documentos de archivo. En este sentido, la obra ofrece una interesante perspectiva de la transformación en los modos de formalización de contratos de préstamo acaecida, especialmente, durante la segunda mitad del siglo XIV y consistente en la adopción de los llamados contratos de censales consignativos y violarios, diferenciándose estos dos modelos fundamentalmente por el tipo de interés anual devengado al prestar, de forma vitalicia o perpetua, un capital determinado por un prestamista a un prestatario determinado a cambio de la liquidación de dicho interés en forma de renta.

De este modo, el autor entiende que esta innovación permitió la movilización de capitales y dinamizar el mercado del crédito en la Valencia del siglo XIV sorteando, mediante el recurso al pago de una renta, la prohibición eclesiástica contra la usura al considerarla una práctica alejada de la moral cristiana y tópico estigmatizador contra los judíos. En esta línea, el autor dedica amplia atención tanto a evaluar el papel real de los judíos en el mercado de capitales valenciano como al discurso que emanaba desde la Iglesia católica y que contó entre sus grandes exponentes a san Vicente Ferrer, también conocido por sus proclamas antisemitas y contras los musulmanes a inicios del siglo XV.

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Como en tantas otras cuestiones, la doctrina de la Iglesia católica medieval se fundamentaba en el texto sagrado de los Evangelios. En la figura, representación del relato bíblico de Jesucristo expulsando a los mercaderes y cambistas del Templo. Adaptación elaborada en Inglaterra a inicios del siglo XIII. (Fuente: British Library.)

Un rasgo llamativo de esta obra es el cuidado que tiene el autor en describir siempre en positivo esta dinamización financiera, hasta el punto de resultar en una insistencia que resulta forzada por ser también innecesaria. Obviamente un lector del año 2016, al encontrarse con esta obra publicada el año 2000 y premiada por el Ayuntamiento de Valencia, institución entonces gobernada por el Partido Popular, podría maliciarse al considerar que el autor trató de sazonar la obra con elementos discursivos neoliberales para así agradar el jurado y justificando desde una obra de investigación un determinado marco socioeconómico.

Dicha valoración no deja de ser también tendenciosa, conduciendo a una interpretación presentista de esta transformación económica y que historiadores honestos como Marc Bloch siempre recomendaban evitar. En todo caso, una analogía histórica más interesante podría ser la que ha sugerido recientemente Ernest Belenguer al tratar sobre el reinado de Pedro IV de Aragón, comparado su reinado con el de Felipe II. En ambos casos la Corona, empeñada en guerras y aventuras de final más o menos incierto, procedía a endeudarse con el objeto de sufragar unos gastos que, pese a sus continuos esfuerzos para incrementar su capacidad recaudatoria y obtener donativos de sus respectivas Cortes, año tras año superaban a sus ingresos. En este sentido, la respuesta del mercado de crédito fue similar al tenderse a preferir dedicar su capital en adquirir deuda municipal antes que dedicarlo a inversiones que sirviesen al mantenimiento o mejora de los modos de producción.

De este modo, el autor nuevamente podría maliciarse al considerar que el principal beneficiario fueron las élites locales que acaparaban el poder municipal, quienes acababan lucrándose de sus cargos a costa de incrementar la deuda de su municipio. Dicha interpretación representaría, nuevamente, en caer en el presentismo de un lector del año 2016 . Si bien es cierto que en la Baja Edad Media era lo más natural dicho lucro privado a costa del erario público y su concepto de corrupción estaría alejado de su concepción actual de esta, dicha interpretación debe relativizarse si se tiene en cuenta que sólo el 30% y el 7% del presupuesto municipal de los bienios 1365-1366, 1402-1403 y 1429-1430 se dedicaba a pagar los salarios de los cargos públicos y el gasto cotidiano o a gastos de burocracia, respectivamente. En cambio, el grueso de las partidas presupuestarias se dedicaban al abastecimiento de grano a la urbe y la recaudación fiscal por parte de la Corona  (GARCÍA MARSILLA y SÁIZ SERRANO, 1997: 308) pues, durante el período bajomedieval, el municipio servía a la Corona como mecanismo para recaudar tanto la fiscalidad directa como la indirecta.

En definitiva, este traba del doctor Juan V. García Marsilla resulta de interés para tener un conocimiento especializado sobre la materia aunque, como ya se ha dicho, adolece de un sesgo en sus valoraciones y conclusiones que también debe tenerse en consideración.

Bibliografía referenciada:

GARCÍA MARSILLA y SÁIZ SERRANO, 1997: Juan Vicente García Marsilla y Jorge Sáiz Serrano, «De la peita al censal. Finanzas municipales y clases dirigentes en la Valencia de los siglos XIV y XV» en Manuel Sánchez Martínez y Antoni Furió (editores), Col·loqui Corona, municipis i fiscalitat a la Baixa Edat Mitjana, pp. 307-334. Lérida: Institut d’Estudis Ilerdencs, Col·lecció de Quaderns de l’Institut 13 (1997). Pp. 28.

3 comentarios en “Vivir a crédito en la Valencia medieval. Por Juan Vicente García Marsilla (Reseña)

  1. Hola Joan Manel
    Soy Juan Vicente García Marsilla, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Valencia y autor del libro. Lamento que no lo hayas entendido, o más bien que lo hayas sobreinterpretado. Lo primero, soy lo más alejado a un neo-liberal o a un corifeo del PP como pareces dar a entender en tu reseña. En segundo lugar, en 1999, cuando se leyó la tesis que dio lugar al libro, nadie se preocupaba por el crédito. Entenderlo desde el 2016 es un anacronismo brutal. Se trata de un libro de historia, que explica un proceso que tiene lugar en el siglo XIV, y nada tiene de neo-liberal afirmar que el abaratamiento del precio del dinero puede ser un factor positivo del crecimiento económico, Keynes lo afirmaba de hecho. Tampoco hay una contradicción entre lo que aquí se explica y lo que expuso Ernest Belenguer en su «València en la crisis del segle XV». Solo hay 150 años de distancia. En el siglo XIV esa utilización de una institución plenamente feudal como era el censo, en un sentido más «capitalista» si quieres desatascó una situación de impass financiero, y ten en cuenta que hoy los historiadores holandeses defienden que un proceso similar creó la gran Holanda del XVII, mientras que a finales del XV el endeudamiento acelerado del municipio contribuyó a la crisis de las Germanías. Pero contraponerlo sería como echar la culpa de la crisis del 29 al que inventó la bolsa allá por el siglo XVIII. En definitiva, creo que te has «maliciado» demasiado, ya que tanto te gusta el verbo, y has juzgado como si fuera una obra de economía actual un trabajo de historia, puramente académico y sin conexión política alguna. Pensar que me dieron el Premio Senyera porque les venía bien a su discurso político es, por un lado bastante ruin, y por otro sobrevalorar a los dirigentes municipales valencianos del PP, que desde luego no se leían estas cosas.

    • Hola Juan,

      Ante todo, es un placer poder contar con el comentario del autor del libro objeto de una de mis reseñas. Mi blog no pertenece ni al mundo de las publicaciones académicas ni tampoco es mainstream así que, ante todo, agradezco tu aportación e interés.

      Como ya apunto en la reseña, la crítica de fondo aquí está en interpretar como una forma de «dinamización» del mercado financiero y de la economía valenciana medieval el recurso a los censales. Como apunta la misma evidencia que expones en tu libro, esta no tuvo como objeto la inversión productiva si no, al contrario, sirvió para alimentar la especulación financiera ya anteriormente existente.

      Por otro lado, creo que dedicas demasiada atención a mi referencia al Premio Senyera. Obviamente, yo también dudo mucho que Rita Barberá o alguien de su corte de los milagros del PP valenciano llegase a leer el libro y que eso llevase directamente a la concesión de dicho premio. Como bien dices, sería ruin creer que ese fuese el único criterio pues, como también indico, creo que la obra es un trabajo de investigación muy digno e interesante.

      En cambio, yo apuntaba hacia otra dirección: tu innecesaria insistencia en esa «dinamización» sí creo que lo hacía proclive a ser premiado dentro del marco concreto de la España de la primera década del siglo XXI. Buenos trabajos académicos han abundado siempre y no todos son premiados. Y creo poder permitirme opinar que tu insistencia, que puedo creer que no es deliberadamente tendenciosa como afirmas, sí la hizo más digerible para determinados politicastros que seguramente sólo leyeron un resumen o las primeras páginas de tu trabajo. Quizás me falte información sobre la composición del jurado y, por lo tanto, esté equivocado. En todo caso, es solamente mi sincera opinión 🙂

      Saludos y gracias nuevamente por tu aportación.

      • Te falta de hecho, mucha información, El jurado eran profesores universitarios, y todos honrados. Respecto a tu separación de inversión productiva o no, es demasiado simple. Como ya expliqué sobre todo en las conclusiones del libro, esa concepción es también muy presentista. El libro, en primer lugar, no está solo dedicado al censal, digamos «público», sino a todo el mercado de censales, en el que la asunción del sistema por parte de las instituciones le acabó por dar un háalito de respetabilidad, cosa que por cierto no solo pasó en Valencia sino en la mayor parte del Occidente europeo, razón por la que el papa Martín V los acabó aceptando, movido más bien en este caso por las peticiones de las ciudades alemanas. Y te digo que no es fácil esa distintición por las siguientes razones:
        – El censal público no supondría más del 20% del total de los que se negociaban en la ciudad de Valencia. el 80% eran privados. Cierto que quienes invertían en ellos lo hacían, mayoritariamente, para especular, o como una inversión segura, pero una buena parte del capital que prestaron sirvió para dinamizar las pequeñas empresas artesanas, mercantiles o campesinas, que de otra manera no hubieran sido viables.
        – De esa forma el dinero se movió, y se movió más que en otras zonas, porque aquí incluso el capital de los nobles y hasta de la Iglesia sirvió así para capitalizar empresas productivas.
        – En el caso de los censales públicos, es cierto que se fue en las campañas de la monarquía, pero eso no solo benefició a la monarquía. Aquí lo que hizo fue fidelizar a toda una oligarquía local con las campañas de la corona, lo que explica muchos comportamientos políticos posteriores, si queires bastante pesebristas, porque lo que no tuvo en cuenta Belenguer es que, como pude demostrar en otro artículo, la Corona pagaba puntualmente los intereses de su deuda a través del Real Patrimonio.
        – Como el mismo gobierno de la ciudad explicó en tiempos de Fernando el Católico, esas rentas sirvieron para mantener a una pequeña nobleza que era mayoritaria en Valencia. Y el consumo de esa pequeña nobleza y del patriciado alimentó el mercado interno. Cuando el rey dice que quiere bajar los intereses, el gobierno municipal y los artesanos son los primeros que se oponen.
        – Por supuesto, este sistema generó desequilibrios, y el más grande fue entre ciudad y reino. Los nobles radicados en la ciudad, gastaban allí las rentas que les llegaban de sus señoríos, invirtiendor en deuda de la ciudad,, con lo que al fin y al cabo la capital estaba drenando recursos del reino. En buena parte, el esplendor de Valencia fue la ruina de ciertas comarcas del reino, y una de las vías por la que eso ocurrió fueron los censales.
        Como ves, no es nada sencillo, pero estoy seguro de que el esplendor valenciano del XV, entendido como el de la ciudad de Valencia, no se hubiera dado en la misma medida sin este flujo de capitales. En el XVI las cosas comenzarán a cambiar, sobre todo porque Valencia se verá ahora en la periferia de un imperio más grande, donde cada vez contaba menos. Con todo, actualmetne se consdiera que el siglo XVI fue bastante mejor de lo que decían los historiadores hace unas décadas, y la quiebra real de los censales no ocurrirá hasta el siglo XVIII. Ya nos hubiera gustado que otros sistemas financieros posteriores duraran cuatro siglos.
        Un saludo
        Juan Vicente

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