Lost Battles: Reconstructing the Great Clashes of the Ancient World. Por Philip Sabin (Reseña)

Lost Battles: Reconstructing the Great Clashes of the Ancient World. Por Philip A.G. Sabin, Londres- Nueva York: Continuum (2009, 2ª edición). Notas al final del libro. Bibliografía. Pp. xxii, 298.

Hoy toca reseñar una lectura antigua. El profesor Philip Sabin, al publicar esta obra por primera vez en 2007, expone toda una nueva propuesta metodológica para la reconstrucción de las batallas libradas durante la Antigüedad, poniendo el corte cronológico final – de modo algo arbitrario- en la batalla de Filipos (42 a.C.). En este estudio, de las cerca de 500 batallas que aparecen referenciadas en uno u otro autor de la Antigüedad, seleccionando a su vez sólo 36 de estas batallas que considera que, en la actualidad, se disponen de datos suficientes para intentar reconstruirlas con su modelo, poniendo especial énfasis en el estudio de la batalla de Cannas (216 a.C.).

El método propuesto por Sabin consiste en un modelo matemático que permite reconstruir, de forma relativamente fiable, el desarrollo de un combate campal determinado una vez introducidos datos consistentes en composición de los ejércitos, características del mando y las tropas, etcétera. Yendo más allá del cálculo de ratios y fórmulas de superioridad, el autor se beneficia de la larga tradición de estudio de los textos que nos han sobrevivido hasta hoy de las obras de autores clásicos. Por otro lado, su modelo propuesto superaría tanto el método topográfico – cuyo máximo exponente sería Hammond-, además de la denominada Sachkritik o método lógico practicado sistemáticamente por Delbrück, además de la conocida como «3:1 rule», consistente en que una superiodad numérica en dicha proporción garantizaría siempre la victoria en batalla.

En este sentido, una de las conclusiones de Philip Sabin obtenidas tras experimentar intensivamente con su modelo sería que, si bien la disposición de las tropas descritas en los habituales órdenes de batalla presentes en las narraciones de batallas es fiable, cabe tomar con considerable más cautela las cifras que se dan aunque el autor también ha observado que, en bastantes casos de su muestra estudiada, las cifras de bajas sí resultarían relativamente fiables.

Los dividendos y aplicaciones de este modelo resultan de gran alcance. Una sería poder verificar, en cierta medida, si aquella u otra versión de una batalla resulta verosímil o no; en este sentido, algunas descipciones de Tito Livio resultarían rehabilitadas a la luz de las conclusiones que ha obtenido Sabin. Otra aplicabilidad de este modelo metodológico se obtendría al poder concluir, a grandes rasgos, cuál era el número de tropas de un determinado ejército al entrar en batalla, pues ello permitiría poder establecer cuáles eran sus necesidades logísticas y confrontarlo con las afirmaciones que, de vez en cuando, aparecen reflejadas en la obra de los autores de la Antigüedad. Otra aplicación sería la posibilidad de poder descartar emplazamientos sugeridos por la historiografía – o la tradición- de algunas batallas, como sería el caso de Cannas, permitiendo así acotar los emplazamientos susceptibles a poder ser sometidos a futuros trabajos de excavación arqueológica.

No por ello, la obra también adolece de algunos defectos. Un repaso a su bien nutrida Bibliografía indica que el autor sólo ha consultado bibliografía anglosajona y alemana, sólo conociendo trabajos en otras lenguas – como el italiano- a través de traducciones. Seguramente un repaso historiográfico más amplio, por ejemplo de trabajos recientes publicados en castellano, no le hubiese inducido a su total desprecio al registro arqueológico, justificado en algunos casos pero que en otros – y tengo en mente el caso de Baecula– resulta del todo injustificado.

En conclusión, mi valoración de esta obra es notablemente positiva, aunque sus futuros lectores no deben esperar que la metodología propuesta resulte una varita mágica que permita resolver, de modo inequívoco, lo mucho que se desconoce en la actualidad sobre esta cuestión. Cosa que, cabe señalar, también Sabin declara no querer intentar con su novedosa propuesta metodológica.