Kiev 1941: Hitler’s Battle for Supremacy in the East. Por David Stahel (Reseña)

– Kiev 1941: Hitler’s Battle for Supremacy in the East. Por David Stahel, Cambridge: Cambridge University Press (2012). Notas al final del libro. Bibliografía. Pp. xvi, 468.

Con cierto retraso debido al verano y a las ocupaciones diversas, como el trabajo y la familia, que han precisado de mi atención estas últimas semanas, hoy retornamos con una nueva reseña, en esta ocasión dedicada a esta notable obra de David Stahel y que, en gran medida, es la continuación lógica de su también excelente Operation Barbarossa and Germany’s Defeat in the East pues, a parte a parte de relatar el avance de las dos pinzas alemanas, la septentrional formada por el 2. PzG de Guderian y la meridional por el 1. PzG de von Kleist y que consumaron el cerco y aniquilación del Frente Surocccidental soviético al este de Kiev durante el mes de septiembre de 1941, también nos relata los preparativos del HG «Centro» de von Bock para el inicio de la fatídica Operación «Tifón», cuyo inicio se fijó para principios de octubre y su objetivo final sería la conquista de Moscú.

Una vez más, el autor insiste en hasta que punto estaban alejados de la realidad los planes alemanes pues, conociendo ya las dificultades logísticas y la capacidad combativa del Ejército Rojo, el generalato alemán estaba convencido que con su voluntad de victoria y las virtudes morales de sus tropas se bastarían para alcanzar Moscú antes del invierno. Y luego, una vez finalizada la guerra, tratarían de excusarse de toda responsabilidad por su ineptitud e imprevisión arguyendo que tanto la Rasputiza, la «estación del barro» preinvernal rusa, como el invierno se anticiparon y malograron sus planes. Dicho argumento no deja de ser una triste excusa que la historiografía soviética ya en su momento refutó al observar que, en realidad, la primera nieve no cayó en fechas insólitas para lo que es lo habitual en el clima continental de Rusia ni las temperaturas en noviembre de 1941 fueron inferiores a lo habitual. Y en este sentido Zhukov, años más tarde, se burlaría de la historiografía alemana de la década de 1950 respecto a sus explicaciones radicadas en las dificultades logísticas que experimentó la Wehrmacht: ¿Acaso los generales hitlerianos que planearon la campaña del Este marchar hasta Moscú a lo largo de lisas y asfaltadas carreteras? («La batalla» en S. Bialer, ed., Los generales de Stalin. Memorias de militares soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial, pp. 315-335: 328. Barcelona: Luis de Caralt, 1972).

¿La Rasputiza fue una sorpresa para el Alto Mando alemán en 1941, como luego clamarían después de la guerra? [C.R. Davis, Von Kleist: From Hussar to Panzer Marshal, p. 60. Houston, Tx: Lancer mIlitaria (1979)]

¿La Rasputiza fue una sorpresa para el Alto Mando alemán en 1941, como luego clamarían después de la guerra? [Fuente: C.R. Davis, Von Kleist: From Hussar to Panzer Marshal, p. 60. Houston, Tx: Lancer Militaria (1979)]

Esta última observación resulta especialmente incisiva, pues uno de los tópicos más frecuentes de la literatura de viajes y la historiografía occidental decimonónica era, precisamente, la pésima calidad de la red viaria rusa; las famosas memorias del general Caulaincourt, quién sirvió en el Grand Armée napoleónico que invadió Rusia en 1812, eran sobradamente conocidas entre el generalato alemán de este período y estas ya entonces describían el deplorable estado de las carreteras y caminos en Rusia. Así, ¿a qué respondía entonces el desaforado optimismo de los planificadores de «Tifón»? Según David Stahel, en gran medida a los hegemónicos prejuicios supremacistas de inspiración nazi presentes entre la alta oficialidad alemana que inducían a despreciar a su adversario soviético. Pero también respondía a la necesidad de intentar obtener, cuanto antes, un resultado decisivo en la guerra contra la Unión Soviética, fruto a la precaria situación económica y geoestratégica del Tercer Reich a finales del verano de 1941, cuestiones ambas a las que el autor le dedica los dos primeros capítulos de este libro. Aquí debe subrayarse que la observación que hicimos en la reseña a su libro anterior respecto al poco provecho que daba a The Wages of Destruction de Adam Tooze, en la presente obra queda enmendada sobradamente, sirviendo además para contextualizar la decisión de Hitler en favor de priorizar la conquista de la Ucrania central en septiembre de 1941.

El general Ewald von Kleist, jefe del 1. PzG (izquierda) junto a su entonces jefe de estado mayor, el coronel Kurt Zeitzler (derecha) en la central hidroeléctrica de Zaporozhe sobre el río Dnépr tras su captura en octubre de 1941. [Fuente: C.R. Davis, Von Kleist: From Hussar to Panzer Marshal, p. 58. Houston, Tx: Lancer Militaria (1979)]

En esta línea, resulta de interés la exposición del autor del desarrollo de las operaciones de finales de agosto y de la primera quincena de septiembre de 1941, pues se observa que la ofensiva alemana, durante sus primeros diez días, dio unos resultados más que precarios. Mientras el 2. PzG, a raíz de la debilidad de sus formaciones y  de errores en la planificación de Guderian, se enzarzaba en una desesperada batalla contra el Frente de Briansk mandado por Yeremenko y que logró contener el avance alemán al menos durante unos días. Más al sur, el 1. PzG también sufrió grandes retrasos para poder cruzar el Dnépr, en gran medida por la alocada decisión de Halder pero también compartida por von Runstedt aunque con alguna reserva, de mantener al III. PzK enzarzado en una sangrienta batalla de desgaste para sostener la cabeza de puente de Dnepropetrovsk y forzándose a una importante e innecesaria dispersión de las fuerzas del HG «Sur». Y, como observa el autor, el retraso en el avance de ambas pinzas habría permitido un repliegue ordenado de la mayor parte del Frente Suroccidental mandado por Kirponos y cuyos ejércitos estaban entonces dispuestos sobre la línea del Dnepr, pero sólo la fatídica decisión de Stalin y del Stavka de no autorizar su repliegue hacia el Este hasta que no fue demasiado tarde llevó al éxito alemán. Como matiz, debe observarse que esta última conclusión habría quedado ya un tanto obsoleta pues, como ya señalamos en la reseña a la reciente biografía de Geoffrey Roberts sobre G.K. Zhukov, el futuro mariscal soviético también compartiría cierta responsabilidad en el desastre de Kiev.

Por último, sólo debe observarse que el autor justifica la obra también para responder a alguna de las críticas que suscitó su anterior Operation Barbarossa. Concretamente, se refiere a la de E. Mawdsley (ver reseña The English Historical Review, vol. 125 nº 514, pp. 773-776. 2010) y que recogimos también en nuestra anterior recensión y, que a nuestro criterio, recoge y responde de forma que denota una reflexión previa seria y madura, cosa que no siempre ocurre entre los historiadores cuyos trabajos reciben una aclamación generalizada. Cosa, por otra parte, plenamente justificada en el caso de su Kiev 1941.

6 comentarios en “Kiev 1941: Hitler’s Battle for Supremacy in the East. Por David Stahel (Reseña)

  1. Buenas Joan

    Pues ciertamente la campaña de 1941 tiene varios aspectos poco conocidos, como el atasco del 1er y 2º Grupo Panzer a finales de verano. Un estancamiento que solo pudo vencerse cuando Hitler ordenó a Guderian marchar hacia Ucrania, una decisión que sus propios generales trataron de torpedear a toda costa, pero que considero fue la decisión más afortunada (en el aspecto operativo) de Hitler en toda la guerra.

    Muy interesante tu blog, trataré de seguirlo siempre que pueda. Un placer, Shrike.

    • Gracias por los piropos, estimado VK 🙂

      La decisión de Hitler de desistir de Moscú en agosto de 1941 posiblemente fue la más acertada, una vez constatado que se había fracasado en el quimérico objetivo estratégico del plan «Barbarroja» de tomar Moscú en menos de seis semanas; sólo se le opuso el ciego empecinamiento de Halder y parte del alto mandos del HG «Centro»; En todo caso, el error debe situarse en la planificación previa del plan de invasión de la URSS, pues respondía a premisas carentes de fundamento.

      Guderian, aunque en privado se había mostrado receloso de las nuevas directivas de Hitler, a la hora de la verdad aceptó sin rechistar la propuesta de Hitler, actitud que el resto de comandantes del HG «Centro» consideró una cobardía moral por parte del reputado comandante del 2. PzG.

      Un saludo y gracias por comentar 🙂

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