Britain’s War Machine. Por David Edgerton (Reseña)

Britain’s War Machine: Weapons, Resources and Experts in the Second World War. Por David Edgerton, Londres: Penguin Books (2012). Bibliografía. Notas al final del libro. Pp. xxii, 442.

Originalmente publicado el año 2011, esta obra representa la síntesis de toda una corriente historiográfica integrada fundamentalmente por historiadores de nacionalidad británica y que tratan de refutar, cargados de muy buenas razones, la leyenda negra que se ha ido construyendo sobre el papel de Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial. Como confiesa el autor, la finalidad de la obra se inspira en el modelo que representó hace ya unos años The Wages of Destruction de Adam Tooze. Y, sin duda, lo hace con gran éxito.

Escena en las playas de Dieppe tras el desafortunado desembarco del Calgary Regiment el 19 de Agosto de 1942. (Fuente: C-014160, Library and Archives Canada.)

Escena en las playas de Dieppe tras el desafortunado desembarco del Calgary Regiment el 19 de Agosto de 1942. Esta fotografía representa la imagen vendida por la leyenda negra sobre el papel de Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial. (Fuente: Library and Archives of Canada, C-014160.)

La leyenda negra, actualmente ya un elemento más dentro del conocimiento convencional que tiene el público general sobre la Segunda Guerra Mundial, normalmente sostiene que Gran Bretaña mostró un desempeño muy pobre en el terreno militar y, a nivel de producción de armamento, muy por detrás tanto del Tercer Reich como de su aliado estadounidense. Obviamente, existen numerosos casos para llegar a estas conclusiones: Singapur, Tobruk, el decepcionante desempeño en MARKET-GARDEN en Arnhem y la operación GOODWOOD en Normandía, el hundimiento del Repulse y del Prince of Wales a manos japonesas o la perenne inferioridad mostrada por las formaciones acorazadas británicas contra el Afrika Korps durante las campañas libradas en el desierto norteafricano de 1941 y 1942… Todos estos casos representan esta imagen que, una vez se sitúa en su correcta perspectiva, se demuestra sesgada.

Como expone el autor, el Imperio Británico logró movilizar un volumen enorme de recursos para la producción bélica mientras, a su vez, emprendía con éxito fulgurante la introducción de cambios en la dieta del pueblo británico con el objeto de consumir alimentos que no representasen ocupar demasiado peso y – especialmente- volumen en los buques mercantes que debían traer materias primas, armamento y municiones hacia y desde el Reino Unido. Por otro lado, desde 1941 Gran Bretaña coordinó estrechamente la planificación en la producción de armamento con los Estados Unidos. De este modo, se logró movilizar cinco millones de hombres y 460.000 mujeres para las fuerzas armadas. Estas incluyeron un ejército de tierra completamente motorizado ya en 1940, provocando la envidia de los alemanes cuando estos se encontraron con todo el material abandonado por las British Expeditionary Forces tras su evacuación en Dunkerque como también una Royal Navy que logró imponerse contra los formidables submarinos alemanes en la llamada Batalla del Atlántico a partir de 1942-1943. Y, por supuesto, fue Gran Bretaña quién logró producir, equipar, tripular y sostener una flota de miles de bombarderos Lancaster que sostuvieron la larga y polémica campaña de bombardeo estratégico contra las ciudades y cuencas industriales en el Reich, además de diseñar y producir buenos modelos de cazas y cazabombarderos como el Spitfire y el Mosquito. Si bien es cierto que la RAF no llegó a desplegar un caza de largo alcance para escoltar a sus bombarderos, misión que recaería de forma recurrente en los P-51 Mustang, ello no se debió tanto a deficiencias de la industria si no a sesgos y deficiencias existentes en el mando del Fighter Command de la RAF (ver STUBBS, 2014).

Ingeniero de vuelo de un bombardero Avro Lancaster B Mark III del 619 Sqdn del Bomber Command de la RAF. Producir los aparatos, instruir a las tripulaciones y mantenerlos operativos representó un desafío que la Luftwaffe jamás habría osado acometer ni en sueños. (Fuente: CH 12289, Imperial War Museum.)

Ingeniero de vuelo de un bombardero Avro Lancaster B Mark III del 619 Sqdn del Bomber Command de la RAF. Producir los aparatos, instruir a las tripulaciones y mantenerlos operativos representó un desafío que la Luftwaffe jamás habría osado acometer ni en sueños. (Fuente: Imperial War Museum, CH 12289.)

El caso más vistoso lo encontraríamos en el caso de los tanques. Por una parte, debe hacerse notar que se ha tendido a exagerar las prestaciones de los panzer. Y, como bien subraya el autor, Gran Bretaña fabricó más vehículos acorazados en 1940 y 1941 que Alemania hasta el punto que Gran Bretaña, desde septiembre de 1941, era perfectamente capaz de suministrar cientos de tanques a la Unión Soviética en un momento en que el Ejército Rojo padecía la agobiante derrota en Kiev y la producción de tanques flaqueaba al estar aún la mayoría de fábricas en proceso de evacuación hacia el Este. En cuanto al desierto, los británicos demostraron una casi perenne inferioridad táctica ante el Afrika Korps, no tanto por inferioridad en armamento si no porque las tropas del DAK comandado por Erwin Rommel demostraron una movilidad y uso de tácticas de armas combinadas que lograban batir, una y otra vez, a las por norma superiores en número en tanques formaciones blindadas británicas. En verano de 1942 los alemanes lograrían además una pasajera superioridad en armamento al disponer con cierta abundancia de nuevos modelos de los Pzkw III y IV equipados con cañones antitanque de calibre largo de 50 y 75 mm respectivamente. Pero esta superioridad que se demostraría efímera con la llegada en octubre de ese año en grandes cantidades de los nuevos y eficaces cañones antitanque de 17 libras/ 76 mm remolcados, los Crusader con el buen cañón antitanque de 6 libras/ 57 mm y los Sherman estadounidenses.

Tanque Sherman Firefly cruzando el Orne horas antes del inicio de la decepcionante operación GOOWOOD, 18 de julio de 1944. (Fuente: B 7525, Imperial War Museum.)

Tanque Sherman Firefly cruzando el río Orne horas antes del inicio de la decepcionante operación GOOWOOD, 18 de julio de 1944. (Fuente: Imperial War Museum, B 7525.)

Finalmente, podemos ejemplificar con el caso de los Sherman en servicio en el ejército británico como el autor logra refutar con autoridad los prejuicios presentes en la sabiduría convencional. Frecuentemente se suele argumentar que la situación de Gran Bretaña en producción de tanques fue tan patética que tuvieron que recurrir a poner en servicio tanques estadounidenses obtenidos por el Lend & Lease. En la realidad esta fue una solución que nos muestra la buena coordinación existente a nivel estratégico entre los Estados Unidos y el Imperio Británico al ser esta decisión en realidad una mera distribución de tareas entre ambas potencias, similar a la que tuvo lugar con la cesión de la patente del motor Rolls Royce Merlin que fue ampliamente usado por los Mustang. Por otra parte, el prejuicio obvia el hecho que los británicos modificaron la mayoría de estos Sherman instalándoles el cañón de 17 libras, resultando en el casi siempre olvidado Sherman Firefly. En este sentido, está justificado indicar que mientras frecuentemente se recuerda al Tiger comandado por Michael Wittmann en la batalla por Villers-Bocage del 13 de junio de 1944, en cambio no se recuerda igual como el Firefly comandado por el teniente G.K. Henry de los 1st Hussars canadienses destruyó cinco Panther en Norrey el anterior 9 de junio.

En definitiva, nos encontramos ante una obra que resulta igual de imprescindible que The Wages of Destruction de Tooze, es decir, una lectura obligada para aquellos lectores interesados en tener un conocimiento actualizado y bien fundamentado sobre la Segunda Guerra Mundial.

Bibliografía referenciada:

MILNER, 2010. Marc Milner. «Stopping the Panzers: Reassessing the Role of 3rd Canadian Infantry Division in Normandy, 7-10 June 1944», The Journal of Military History, vol. 74 nº 2, pp. 491-522. Lexington, Va: Society for Military History (2010). Pp. 32.

STUBBS, 2014. David Stubbs. «A Blind Spot? The Royal Air Force (RAF) and Long-Range Fighters, 1936-1944», The Journal of Military History, vol. 78 nº 2, pp. 673-702. Lexington, Va: Society for Military History (2014). Pp. 30.