Ignacio Olagüe. Historia y perversión de las fuentes literarias

En la anterior publicación de este ensayo, ya se mostró un ejemplo notorio de las interpretaciones distorsionadas que Ignacio Olagüe practicaba como norma sobre los testimonios históricos. Aunque esto ya debería de restar credibilidad a su discurso negacionista sobre el final del regnum Gothorum y la conquista árabe-bereber de la Península Ibérica a inicios del siglo VIII d.C., la naturaleza viral de la Red hace que las argumentaciones se fragmenten de modo que al público sólo le llega una parte del discurso negacionista y, al carecer de una perspectiva global de la cuestión, dé crédito a esos argumentos que reciba de forma aislada. De ahí que se perciba la necesidad de entrar a rebatir públicamente, al menos, los argumentos más importantes; para una crítica sistemática, debo remitir de nuevo al reciente y magnífico trabajo del profesor Alejandro García Sanjuán (GARCÍA SANJUÁN, 2013).

Hoy dedicaremos esta entrada a analizar y someter a crítica los argumentos de Olagüe y sus epígonos que versan sobre las fuentes literarias. El más repetido es el de la supuesta ausencia de testimonios escritos contemporáneos de la conquista iniciada el 711, representando esta supuesta realidad un menoscabo para la historicidad de esos hechos (por ejemplo, MURADO, 2013: 19). A priori, este argumento ya adolece de un reduccionismo absurdo: son multitud los hechos históricos que sólo conoceríamos directamente gracias a fuentes literarias relativamente tardías, siendo el caso paradigmático las conquistas de Alejandro Magno o las campañas de la conquista romana de Hispania durante el siglo II a.C. Hecho histórico este último que Olagüe, por cierto, parece aceptar sin ningún problema, pues éste se «maravilla» que los árabes conquistasen la Península Ibérica en sólo tres años mientras que los romanos habían tardado doscientos (ver OLAGÜE, 2004: 50). Aunque tampoco resultan muy sorprendentes este tipo de discordancias lógicas, pues sus conocimientos sobre los diversos periodos históricos, a pesar de la rica retórica que salpica el libro en ocasiones, causa vergüenza ajena como al declarar: Nunca dominó Atenas el ámbito helénico por la fuerza de las armas (OLAGÜE, 2004: 140). Quizás los melios, según el célebre llamado Diálogo de Melos contenido en la obra de Tucídides, tuviesen una opinión sustancialmente distinta al respecto.

Por otra parte, el argumento es falso. En primer lugar, han sobrevivido hasta hoy papiros de documentos del siglo VIII d.C. Concretamente, aquí nos interesa referirnos a la carta escrita en griego contenida en el papiro Aphrodito 1350, fechado en el 29-I-710 d.C. y depositada actualmente en el British Museum. En este documento se menciona a Musa ibn Nusayr por el entonces gobernador de Egipto, Qurra ibn Sarik (709-714 d.C.). Por otra parte, el profesor Alejandro García Sanjuán ya ha hecho una minuciosa exposición respecto los testimonios literarios contemporáneos de la Conquista (GARCÍA SANJUÁN, 2013: 172-188), así que sólo los mencionaremos aquí: existen la llamada Continuatio bizantina-arábica, fechada en la década del 740; la referencia en la obra de Beda el Venerable, fallecido el 735, a la batalla de Poitiers librada el 732; la referencia contenida en la reseña biográfica al papa Gregorio II (715-731) en el Liber pontificialis a las incursiones árabe-bereberes al norte de los Pirineos. Y, por supuesto, la llamada Crónica mozárabe de 754. Respecto a este último testimonio, Ignacio Olagüe le dedicó una sustancial atención para intentar descalificarla (OLAGÜE, 2004: 266 y 443-457) pues es la principal fuente literaria sobre la Conquista iniciada el 711, así que nos detendremos a estudiar esta fuente.

Transcripció Doc. Aphrodito 1350

Texto del papiro Aphrodito 1350 (Fuente: H.I. Campbell, Greek Papyri in the British Museum, vol. IV, The Aphrodito Papyri, p. 25. Milán: Cisalpino-Goliardica, 1973. Ed. facsímil del original publicado el 1910).

Básicamente, son tres los argumentos de Olagüe contra la historicidad de la Crónica de 754. Primero, aduce que el manuscrito más antiguo sólo dataría de finales del siglo IX d.C. (OLAGÜE, 2004: 449), argumento que resulta absurdo pues, de aceptarse, ello resultaría en rechazar todos los manuscritos que conservamos de toda la producción literaria, filosófica y científica de los autores grecorromanos pues no ha llegado hasta nosotros ningún manuscrito original, si no sólo copias. Segundo, también aduce que la Crónica se elaboró tardíamente porque, precisamente, incluye ya el relato de la Conquista iniciada el 711; es decir, el argumento es una falacia lógica de razonamiento circular pues la conclusión sirve también como premisa. Y, por último, el autor también aduce que su elaboración debería ser tardía porque su anónimo autor no se muestra eufórico al describir la victoria de Carlos Martel contra el ejército árabe-bereber en Poitiers (OLAGÜE, 2004: 450), lo que no dejaría de ser otro caso del reduccionismo absurdo que practicó Olagüe de modo sistemático. Como ya hicimos notar en otro momento, el autor de la Crónica se muestra muy aséptico al referirse al Profeta, actitud que mostraría una lógica prudencia de poner por escrito cualquier crítica contra los individuos que ostentaban el poder en el Ándalus, pues ello podría representar la pérdida de estatus o, incluso, de la vida como mostraría el famoso episodio de los llamados Mártires de Córdoba. Por otro lado, esta actitud no tendría nada de extraordinario, pues otros autores cristianos que vivieron bajo dominio de gobernantes islámicos muestran el mismo recato en sus obras (ver TOLAN, 2001; también GARCÍA SANJUÁN, 2013: 349-350).

Otro de los argumentos de Ignacio Olagüe para refutar la Conquista iniciada el 711 es restando toda historicidad a las fuentes literarias en árabe. Si bien es cierto que estas contienen, especialmente al referirse a la conquista del 711, elementos fantásticos, resultaría muy apresurado concluir que deben descartarse de plano. Si bien este era un paradigma historiográfico vigente entre el medievalismo hace treinta años, actualmente historiadores como Roger Collins tienden a revisar este prejuicio. En el caso de Ignacio Olagüe, se refleja en forma de estereotipo notoriamente racista derivado del orientalismo francés:

De aquí el juicio inapelable de [E.F.] Gauthier: «Exceptuando un occidental a medias, como el gran Ibn Kaldún, los pretendidos historiadores árabes son pobres analistas, desprovistos de juicio crítico, absurdos, secos, ilegibles. Es muy sencillo: jamás ha habido historia en Oriente».

En la realidad, la tradición cronística árabe bebe directamente de las tradiciones grecorromana y persa sasánida, asumiendo las prácticas estilísticas entonces vigentes en Oriente (ALI, 2010). Por otra parte, este argumento le resultaba conveniente para así descartar la historicidad al llamado «Pacto de Teodomiro», documento de capitulación reflejado en la obra de diversos cronistas musulmanes y del que ya hablamos en otra ocasión. Olagüe tuvo la dignidad, eso sí, de referenciarlo aunque sólo de forma discreta en un Apéndice (ver OLAGÜE, 2004: 430-432) y sin aportar argumentos sustanciales, a parte de sus prejuicios; por otra parte, el autor ignora que de este personaje se cuentan con referencias tanto en la Continuatio hispana, además de una posible referencia directa en el registro arqueológico a la luz del hallazgo de un anagrama con la inscripción TEBDEMIR en la villa áulica excavada en el yacimiento de Pla de Nadal en Ribarroja, Valencia (ver GARCÍA SANJUÁN, 2013: 405).

Finalmente, Ignacio Olagüe aduce que el silencio de los teólogos de Córdoba contra el Islam, al menos hasta el año 849, como prueba que las referencias a extranjeros no se corresponderían, en realidad, a musulmanes (OLAGÜE, 2004: 226-227). Por supuesto, tal afirmación representa obviar el hecho que en la Crónica de 754 se mencione a Muhammad – «Mammet»- en cuatro ocasiones (Cro. 754, VIII, X, XI y XVI); en una de estas (XI) así: propheta eorum Mammet innitente [«gobernándolos Mahoma su profeta»]. Al fin y al cabo, según Olagüe la obra sería de finales del siglo IX d.C. Por otra parte, realmente sería sorprendente hallar un testimonio latino datado en el siglo VIII d.C. que contuviese la voz muslim para designar a los musulmanes, pues su uso entre autores occidentales latinos no es observable antes del siglo XII. Además, su inclusión en el vocabulario de lenguas occidentales como el inglés o el francés no tuvo lugar hasta los siglos XVI-XVII (GARCÍA SANJUÁN, 2013: 295), así que resulta absurdo emplear este criterio para intentar identificar a musulmanes en los textos de las fuentes literarias altomedievales.

De momento, resulta oportuno detener la exposición aquí, pues nos servirá para enlazar ya con la próxima entrada, dedicada exclusivamente a analizar los testimonios históricos del registro material relevantes para la Conquista árabe-bereber de la Península Ibérica iniciada el año 711.

Agradecimientos:

Quisiera agradecer la amable sugerencia del usuario de MNM @TerraCremada para el título de esta entrada.

Fuentes:

Crónica de 754 (Cro. 754) en su edición por José Eduardo López Pereira (ed.), Crónica mozárabe de 754. Edición crítica y traducción, Zaragoza: Anubar Ediciones, Textos Medievales 58 (1980). Pp. 181.

Bibliografía:

ALI, 2010. Samer M. Ali, Arabic Literary Salons in the Islamic Middle Ages: Poetry, Public Performance, and the Presentation of the Past, Notre Dame, In: University of Notre Dame Press (2010). Pp. xii, 295.

GARCÍA SANJUÁN, 2013. Alejandro García Sanjuán, La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado. Del catastrofismo al negacionismo, Madrid: Marcial Pons (2013). Pp. 497.

MURADO, 2013. Miguel-Anxo Murado López, La invención del pasado. Verdad y ficción en la historia de España, Barcelona: Debate (2013). Pp. 230.

OLAGÜE, 2004. Ignacio Olagüe Videla, La Revolución islámica de Occidente, Córdoba: Plurabelle (2004, 2ª edición). Pp. 527. [1ª edición Barcelona: Fundación Juan March (1974). La 2ª edición incluye traducciones adicionales de los textos en latín por Antonio José Mialdea y textos en francés e inglés de René Palacios More.]

TOLAN, 2001. John Tolan, «Réactions chrétiennes aux conquêtes musulmanes. Etude comparée des auteurs chrétiens de Syrie et d’Espagne», Cahiers de civilisation médiévale, vol. 44 nº 176, pp. 349-367. Poitiers: Centre d’Etudes Supérieures de Civilisation Médiévale (2001). Pp. 19.

3 comentarios en “Ignacio Olagüe. Historia y perversión de las fuentes literarias

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