Canadians Under Fire: Infantry Effectiveness in the Second World War. Por Robert Engen (Reseña)

Canadians Under Fire: Infantry Effectiveness in the Second World War. Por Robert Charles Engen, Montreal- Kingston: McGill- Queen’s University Press (2009). Notas al final del libro. Pp. x, 245.

Y volvemos de nuevo con esta última lectura. Esta obra de Robert Engen es seguramente de las más interesantes que he podido leer últimamente, a la vez que frustrantemente demasiado corta, pues apenas comprende 150 páginas una vez descontadas la Bibliografía, las notas y los sustanciales apéndices documentales que incluye el libro. Aún así, supone una crítica fundamental a la validez del modelo del conocido periodista y polemista autor de Men Against Fire, el entonces coronel del U.S. Army Seymour Lyman Atwood Marshall.

Éste, allá por 1947, sostuvo que la ratio de fuego, variable que representa la proporción de combatientes que hacen uso efectivo de sus armas de fuego en el transcurso de un combate determinado, fué de sólo del 15- 20% en las filas de las formaciones de combate de Infantería del U.S. Army y de los Marines durante la Segunda Guerra Mundial. En esa misma obra añadió que esto derivaría de que el soldado tenía tendencia a evitar exponerse en combate, siendo éste un axioma de aplicación universal. Estas conclusiones derivarían de las entrevistas en masa que él había efectuado personalmente entre Diciembre de 1941 y Septiembre de 1945, tanto en los teatros de operaciones europeo y del Pacífico, consistiendo estas en reunir a la tropa de una compañía o sección que hubiesen entrado en combate recientemente durante tres días, tratando de obtener así evidencia fiable a partir de experiencias recientes que él recogía.

Tal y como Engen recoge con detalle en su libro, ya desde la década de 1980 se ha cuestionado la validez de estas conclusiones e incluso la integridad de Marshall. Por ejemplo, basta con leer su Men Against Fire para empezar a desconfiar, pues esa obra carece de las referencias necesarias a la evidencia que su autor afirma emplear para llegar a las conclusiones que sostiene.  Luego, hay que tener en cuenta que en ocasiones Marshall afirmó haber realizado 400 entrevistas; en otras, estas ascendían hasta 600; y luego, en otras ocasiones afirmó haber hecho sólo 500. Si a ello le añadimos que físicamente resulta del todo increíble que pudiese realizar tantas entrevistas durante el periodo que él mismo afirma, pues ya en su cifra más baja ello ya supondría 1.200 días sólo dedicados a realizar las entrevistas en cosa de tres años y nueve meses, teniendo en cuenta que estas se habrían realizado en las diversas islas del Pacífico, en el Norte de África, Italia, Francia, Alemania y Filipinas; sólo teniendo en cuenta el tiempo dedicado a desplazarse ya hace muy poco plausible su veracidad; y ya no hablemos de los casos en que afirmó haber hecho 500 o 600 entrevistas. A ello se añade el testimonio a posteriori de alguno de sus antiguos subordinados, que relata como en posteriores conflictos como en la Guerra de Vietnam Marshall se mostró disoluto en sus funciones y como fabricaba datos y conclusiones sobre la marcha.

Pero, al fin y al cabo, todas estas críticas podrían considerarse como circunstanciales o simples maledicencias. Hasta este libro de Robert Engen, nadie había sido capaz de recoger y estudiar evidencia que pusiese en tela de juicio en su mismo plano. Y el autor canadiense tiene oportunidad de hacerlo gracias a los 161 cuestionarios realizados, entre Julio de 1944 y Abril de 1945, a otros tantos oficiales de formaciones de combate de Infantería de las fuerzas expedicionarias canadienses destinadas a Europa Occidental. Estos cuestionarios, a los que el autor somete a un intenso escrutinio – digno de los mejores tiempos de la Escuela de los Annales- en la obra para constatar su relativa fiabilidad, consistían en preguntas realizadas a oficiales veteranos sobre diversas cuestiones, como el comportamiento de sus soldados en combate, la efectividad y valoración de las armas a su disposición – por ejemplo, el fusil ametrallador Sten era especialmente mal considerado-, la coordinación entre infantería y medios acorazados, etcétera. Y lo que llama la atención es que, en ninguno de estos 161 cuestionarios, ninguno de los oficiales observa que sus subordinados tendiesen a no hacer uso de sus armas. Más bien todo lo contrario, pues en ocasiones resultaba casi imposible ordenar detener el fuego o impedir que los soldados abriesen fuego de forma inoportuna. Hecho, por cierto, que coincide con lo recogidos por muchos de los estudios psicológicos que se han ido publicado durante estos últmos cuarenta años sobre el comportamiento de la tropa bajo fuego, especialmente el del israelí Ben Shalit, observándose que el miedo al combate tiende a inducir precisamente al individuo a hacer uso de sus armas de fuego.

En cualquier caso, esta conclusión ya restaría el carácter de authoritative que tienen estas tesis universalistas de Marshall en Men Against Fire, especialmente entre numerosos historiadores que beben de la corriente historiográfica iniciada con The Face of Battle de John Keegan, obra que cuenta con una amplia y positiva recepción entre los historiadores e investigadores académicos dedicados al campo de la Historia Militar, siendo Keegan el principal divulgador de las tesis de la ratio of fire de Marshall. Resulta una incógnita como estas han sido asumidas, en demasiadas ocasiones, de forma tan acrítica; Engen sugiere que quizás devenga, por una parte, por la falta de estudios que hayan investigado y recogido evidencia de forma sistemática en un contexto tan díficil de estudiar como es lo que se ha denominado el sharp end of combat, ese momento y lugar donde cada individuo sobrellevó y protagonizó el combate táctico en los campos de batalla del siglo XX. Por otra parte, Engen sugiere cautelosamente que la positiva recepción de estas tesis también podría devenir de un prejuicio, consistente en que un ser humano tendería a no querer causar daño físico a otro ser humano.

En conclusión, Canadians Under Fire, más allá de la querella historiográfica contra Marshall, resulta de indudable interés pues permite vislumbrar, con gran rigor y en su debido contexto, una parte de la realidad del combate táctico durante la Segunda Guerra Mundial, cuya imagen actual en ocasiones está demasiado distorsionada por la imagen generada por toda la ya inmensa filmografía existente, especialmente por Hollywood. En mi opinión, resulta una obra altamente recomendable para aquellos interesados en conocer este campo a veces demasiado poco conocido.